«De la Vega ha pedido a los prelados que respeten la separación entre Iglesia y Estado que marca la Constitución, insistiendo en que el terrorismo nunca debe ser instrumentalizado con fines políticos.»
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5,43-48)».
Sin embargo, los obispos españoles aborrecen a quienes consideran sus enemigos, escupen en la mano de quien les da de comer, se lanzan a los ojos como cuervos. Ellos, los nostálgicos de un dictador bajo palio; ellos, los que discriminan a la mujer y la mantienen al margen de sus órganos de poder; ellos, los que pertenecen a una organización feudal sin atisbo alguno de democracia; ellos, los jerarcas del pasado que prefieren la muerte y rechazan los preservativos; ellos, los que condenan la homosexualidad pero son permisivos con su propia pederastia; ellos, los que dicen defender una familia que no quieren para sí; ellos, los que piden el voto para el PP.
Unos, los obispos, y otros, la derecha de la España profunda y montaraz, aprovechándose de la debilidad de los gobiernos socialistas que no sólo no han sido capaces de hacer real la separación entre Iglesia y Estado, sino que han seguido alimentando a esa jerarquía codiciosa de poderes humanos y ajena a aquel reino que decían no era de este mundo.
Obispos con aguijones de avispas en una nueva cruzada contra los rojos, contra los maricones, contra los judíos, contra los moros, contra la ciencia, contra la tolerancia, contra la vida.
Ellos, para los que mentir debe ser un mal menor, o en su boca no es pecado.
1 comentario:
Que razón tienes, que yo no digo que sean todos iguales... pero se oye cada cosa!
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