domingo, 26 de septiembre de 2004

Bonjour tristesse

Françoise Quoirez murió el día 24 en Normandía aunque, evidentemente, Françoise Sagan seguirá viviendo en la literatura. Leí la noticia de su muerte en la página de necrológicas de El País (insisto en el acento que el rotativo omite por sistema) y entendí que era cuestión técnica o de tiempo su ausencia en la sección de cultura.

Hoy he comprado el mismo diario, lo hago cada día, y de las cuatro páginas que ocupan la citada sección dos están dedicadas por entero al Festival de Cine de San Sebastián, las otras dos hablan de la filmografía de Almodovar, puesto que El País ofrecerá al precio de... once películas del director y bla, bla, bla...

Nada de la Sagan y no es que yo sea de los que se desviven por la muerte ajena, pero en este país tan necrológico y tan necrófago, en el que algunos seguro tienen una carpeta de reseñas bio-necro-gráficas adelantadas para poder atender con rapidez las posibles peticiones de urgencia, extraña este descuido. Tal vez será que era muy joven o, tal vez, pierde interés por ser francesa para merecer esos artículos en los que, con la excusa de la muerte (siempre prematura, incluso aunque superase los cien años "de soledad"), el escritor de turno se aprovecha para afirmar sus propias calidades y cualidades, por lo del vivo al bollo, que pone colofón al aparentemente sugestivo mandar al hoyo con esa "tristesse" tan poco espontánea normalmente.

Nada de la Sagan, libros y vida, como en los libros, de la cumbre a la destrucción, y nada. Leo en la crónica del sábado: "sola y arruinada, la vida de la novelista se extinguió ayer a los 69 años"; y también "Jacques Chirac, expresó su emoción por la desaparición de una figura eminente de la vida literaria".

Bonjour tristesse, este domingo nuestro País tan europeo está en el cine, Francia sigue quedándonos algo lejos.

Fórum de las culturas

Hoy se cierran las puertas de esa extraña puesta en escena que ha sido el Fórum de Barcelona. Entre el batiburrillo de tenderetes y chiringuitos, de actuaciones y personajes, de diálogos sin eco y exposiciones sin demasiada sustancia, ha destacado el diseño del vaso de plástico conmemorativo y el espacio, duro y desangelado, junto al mar.

Como siempre, las pequeñas anécdotas son las más significativas; me cuenta un amigo, David, que mientras visitaba la exposición Ciudades-Esquinas y ante una gran maqueta de la ciudad de Tokio, dos señoras algo más que maduras comentaban:

- ¡Ay, nena!, mira: ¡es París! -y señalando una torre no lejos del rótulo que informa de que la maqueta corresponde a Tokio- ¡la torre Eiffel, nena!

- ¿Y los Campos Elíseos? -pregunta la otra.

- Pues no sé... será aquello verde... ¿no?

Septiembre

Tiene septiembre el temblor del aula vacía, el olor a imprenta de los libros nuevos, la nostalgia del tiempo sin premura.

Abro un cuaderno distinto con el deseo renovado de escribir, espero que este mundo de los diarios en la Red o de los cuadernos de bitácora -que no bitácoras- o de los blogs, para ser más preciso, me ayude a vencer la pereza y que las circunstancias me permitan un cierto ritmo en las entregas de mis apuntes breves.